El pasado domingo, Real Madrid y Barcelona jugaron el primer Clásico de este 2024 que estamos estrenando. La final de la Supercopa de España los citaba en Riad, la capital de Arabia Saudita, una sede que a la gran mayoría de los seguidores del fútbol no le termina de convencer, pero como se dice en nuestro argot popular, papeleta mató a menudo.
El legado de atención que ha dejado estos dos equipos en todo el planeta, sobre todo desde aquella época donde los antagonismos Messi-Cristiano y Guardiola-Mourinho generaban cifras récord de audiencia, es importante. A pesar de que el interés no está ni cerca de ser el de aquel entonces, el ambiente que se vive en torno a este partido es muy especial.
Fue victoria por goleada del Real Madrid. Un 4 a 1 que reflejó la diferencia abismal que existe hoy en día tanto en lo deportivo, como en lo institucional en la realidad de ambos clubes. Porque en las estructuras de cualquier entidad de este género, una cosa casi siempre va atada de la otra.
La apuesta al fichaje de jóvenes talentos que, desde la dirigencia de Chamartín, se ha implementado desde hace un tiempo está rindiendo sus frutos. Sobre el césped saudí, se vio un Madrid superior, con hambre de ir a por todo lo que compite, mejor físicamente y lo más importante, con espíritu de equipo; el todo por encima de cualquier calidad individual. Los tres goles de Vinicius Jr. representan el adorno que acompaña al título número once de Carlo Ancelotti en el banquillo del Bernabéu, empatando el récord de Zinedine Zidane; si me preguntan a mí por cómo se viene dando todo, creo que lo superará.
La otra cara de la moneda es preocupante y se vio muy reflejada en toda la dinámica del partido. Concesiones defensivas imperdonables, un mediocampo que desde la salida de Busquets no encuentra orden ni rigor, y una delantera cuya contundencia está quedando a deber. Nos encontramos a mitad de temporada y el ‘reset’ que hablaba Xavi luego del partido, parece ser otro argumento para amortiguar una situación muy difícil de revertir, pues, hoy día, la realidad pone de manifiesto que el Barça se encuentra muy lejos de ser ese equipo grande capaz de pelear en todas las competiciones que tiene por delante.
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