El coronavirus logra lo que la Iglesia no pudo: llevar al país a reflexión en Semana Santa

Durante siglos, la Iglesia católica ha reiterado que la Semana Santa es un tiempo de reflexión en familia, donde las personas meditan en el sacrificio que hizo Jesús hace más de 2,000 años, y a la vez, arreglar su relación con Dios.

Pero siempre ha sido lo contrario: la Semana Mayor es cuando sucede más libertinaje, debido a que las personas se otorgan licencias para irse a los balnearios a consumir alcohol y otras acciones contrarias a las normas cristianas.

Como consecuencia, en el caso de República Dominicana, ocurren decenas de muertes y heridos por accidentes de tránsito e intoxicaciones por exceso de alcohol. Solo 2018 y 2019 fallecieron por estas causas unas 30 y 33 personas, respectivamente, según datos del Centro de Operaciones de Emergencia (COE). Las tragedias pueden ser mayores si no de ejecuta un operativo que abarca a más de 45,000 personas entre militares, socorristas y voluntarios.

Dichas cifras se repiten cada año durante unos días que deben ser para devoción, según los creyentes.

Pero para este 2020 ha sido lo contrario. La pandemia del nuevo coronavirus ha mutilado la agenda global. En el caso específico de República Dominicana, unos cuatro millones de personas que se desplazan cada año al interior del país, según el COE, han quedado confinadas en sus hogares practicando, entre otras actividades, la reflexión ante la situación que atraviesa el mundo.

Este Viernes Santo, la playa de Boca China y todos los balnearios, que para estas fechas estaban repletos, tienen sus aguas cristalinas ante la ausencia de vacacionistas, una medida que fue impuesta días atrás para evitar la expansión del coronavirus, el cual ha arrebatado la vida a 126 personas y otras 2,620 han sido confirmadas positivas al COVID-19, según el boletín número 22 del Ministerio de Salud Pública.

Desde la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, hasta la Catedral Primera de América, en Santo Domingo, todos los actos solemnes de la Semana Mayor han sido sin feligreses. Para que el pueblo no se los pierda han sido transmitidos por las plataformas digitales. Solo sacerdotes, monjas y monaguillos que trabajan en los servicios participan en las misas.

En las redes sociales circulan imágenes y videos de personas orando en las calles de sus sectores. En Santiago, el alcalde Abel Martínez, ha llevado música cristiana a residencias durante los toques de queda.

De su lado, los cristianos evangélicos han realizados sus cultos y cadenas de oraciones con aplicaciones digitales ante no poder congregarse.

Desde el Domingo de Ramos, los fieles al catolicismo colocaron palmas en sus residencias y los días siguientes de esta semana, han colocado cruces. Mientras que este Viernes Santo, el Sermón de las Siete Palabras, fue transmitido vía streaming desde la Primada de América.

Durante el Sermón, el sacerdote Juan Bautista Cordero destacó cómo la pandemia del coronavirus ha servido para que las personas dejen la arrogancia y cultiven el amor al prójimo. “ Hemos estado aislados y muy atrincherados de nuestro prójimo, encerrados en nuestro individualismo, nuestra indiferencia, arrogancia y delirio de grandeza y de autosuficiencia que nos ha llevado calificar a unos y otros de primer mundistas, tercermundistas, etc. Ahora sin temor a exagerar y equivocarnos al proferir esta afirmación: nos hemos igualado en estos días”, afirmó.