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lunes, 28 de junio de 2021

"Todo lo que quieres que aprendan tus hijos lo tienes que aprender tú primero" #favoryto

Celos entre hermanos, llegada de un nuevo bebé a la familia, enfados y rabietas, trabajar los valores, mantener las rutinas, castigos sí o castigos no... Cualquier padre o madre de hoy en día se sentirá identificado con todas estas cuestiones y todas ellas se abordan en Cuentos molones para educar en positivo (Beascoa, 2021). Un libro de cuentos - que por cierto ya va por su tercera edición en menos de un mes- en el que Una Madre Molona y Marido toman como fuente de inspiración sus propias experiencias personales con sus tres retoños para abordar los principios de la Educación Positiva y cómo llevarlos a la práctica.

Detrás de tan singulares nombres se encuentran los especialistas en Disciplina Positiva Isabel Cuesta y Daniel Pérez. Su camino en común hacia otra manera de educar lo inició Isabel con el blog Una Madre Molona hace casi una década. Después llegarían las redes sociales (donde ya cuentan con más de 200.000 seguidores) a lo que han sumado su propia escuela online donde ya han formado a más de 5.000 alumnos. En esta entrevista al alimón para 20Minutos nos explican por qué este libro puede convertirse en una herramienta imprescindible para las familias que quieren pasar de la teoría a la práctica y empezar a educar en positivo a sus hijos.

¿Cuál es el origen de Una Madre Molona y cuándo se suma Marido?

En principio empecé yo sola con el blog en el año 2013. Me vi muy sola en la maternidad, nadie de mi entorno tenía niños con lo cual no sabía con quien comentar la típicas cosas de mocos, texturas de cacas... Todo empezó de forma muy natural, encontré que en los blogs nos ayudábamos mutuamente y que nadie estaba ahí para dar lecciones sino para ofrecer y recibir. Con nuestra primera hija no llegaron las rabietas, era todo muy dialogante, pero nació el segundo y nos dieron taza y media de rabietas explosivas, de conflictos... Lo pasaba muy mal él y lo pasábamos mal nosotros así que como estaba metida en el mundo de los blogs decidí dar el paso, buscar alguna solución y encontré la Disciplina Positiva. Me formé en Disciplina Positiva para ayudar realmente a mi familia y de una forma orgánica, como empecé a ver unos cambios muy positivos en casa, decidí compartirlo en redes. Y ahí hubo un efecto llamada que me hizo asumir una enorme responsabilidad porque me hacían muchas consultas así que decidí certificarme en disciplina positiva.

Ese es el momento en que Marido, que al principio era un poco escéptico con estas cosas, ve que en casa tenemos unos resultados buenísimos, se suma y empieza a tener más interés por esta forma de educar que es, además, una filosofía de vida. Empezamos a dar talleres, de manera muy natural el proyecto fue creciendo y en los últimos dos años ya han pasado más de 5.000 padres por nuestros talleres entre cursos online y presenciales.

Comentáis en la introducción de Cuentos molones para educar en positivo que pasamos muchos años de nuestra vida formándonos para el mundo laboral pero que, sin embargo, no dedicamos tiempo a prepararnos para ser padres.

Sí, y por eso los padres y las madres que asisten a nuestros talleres tienen esa necesidad. Aunque pensemos que para ser padres no hay que formarse sí que nos hace falta un mínimo de conocimientos si queremos disfrutar de la paternidad y la maternidad y no solo sobrevivir. Pero esto nos pasa a los padres y a todas las personas porque aunque no tengas hijos nadie te prepara para entender tus propias emociones, por qué respondemos como respondemos, de donde vienen todas las emociones por las que pasamos... Somos analfabetos emocionales en muchos casos. Cuando no tienes hijos lo llevas tú solo pero cuando los tienes te das cuenta de que todo lo que quieres que aprendan ellos lo tienes que aprender tú primero y es cuando te empiezas a poner las pilas si es que tienes la suerte de toparte con este tipo de información.

¿Y qué motivos os llevan a transformar todo estos conocimientos adquiridos durante la última década en un libro de cuentos?

Los cuentos surgen porque en los talleres mucha gente nos decía ‘vale la teoría es muy bonita pero esto en la práctica es imposible’. Así que nosotros empezamos a poner ejemplos reales que ocurrían en nuestra familia desde que educamos en positivo. Nos dimos cuenta de que los conocimientos eran interiorizados mucho mejor por los padres a través de esas historias. Y ayudaban tanto, que cuando nos confinaron el pasado año Marido decidió convertir en cuentos para niños esas historias que yo contaba en los talleres.

Así dimos forma a estos cinco cuentos pero veíamos necesario también incluir una introducción teórica al final de cada uno, donde hablamos de pinceladas de educación positiva, donde intentamos ponerlos en un contexto que va más allá de nuestra opinión o experiencia personal porque detrás de cada una de ellas hay evidencia científica, autores de mucho renombre y nosotros hemos mamado de todas esas teorías. Nosotros hemos querido mostrar esa cara no como expertos sino como un padre y una madre que como cualquier otro padre y madre tienen los mismos conflictos, retos y problemas; y que en ese afán por intentar solucionar nuestros propios problemas hemos encontrado un camino que nos está dando muchísimas satisfacciones y que teníamos necesidad de compartir con los demás porque nos ha ayudado muchísimo. Sabiendo, además, que no solo va a ayudar a los padres a educar, sino que los niños crecen con muy buenas habilidades, con empatía, con resiliencia, con autoestima, que al final es lo que todos queremos para mejorar la sociedad. ¿Y cómo mejoramos la sociedad? Pues si podemos empezar con las familias a través de la educación a los hijos pues mejor que mejor.

Los cinco cuentos del libro tocan temas que resultarán muy familiares a todos los padres: cómo abordar los enfados de sus hijos, los celos y peleas entre hermanos, cómo trabajar los valores, cómo organizar las rutinas... ¿Por qué os habéis decantado por estas historias?

En realidad no los pensamos por temáticas ni nos sentamos y dijimos vamos a hablar de pertenencia, autoestima... ha sido un proceso mucho más natural de contar las historias que veíamos que enganchaban mucho a la gente que venía a nuestros talleres, que hemos testado previamente, por lo que decidimos que podían ser una muy buena herramienta también para los padres que quieren iniciarse en la educación positiva y ver si es para ellos o no. Porque nosotros siempre decimos que la educación positiva es para todos los niños pero quizás no para todos los padres porque no todos están preparados para abrir la mente ni ponerse manos a la obra.

Son temas que son tan frecuentes en otros padres y familias que creíamos que se iban a ver muy bien identificados, tanto los niños con los protagonistas de los cuentos como los padres. Pensamos en este formato, además, porque los padres solemos ir siempre con la lengua fuera, sin tiempo y con prisas pero el momento cuento antes de dormir es algo que está muy extendido por lo que puedes compartir con tus hijos un momento muy íntimo antes de dormir en el que estáis aprendiendo los dos sobre la manera de afrontar conflictos que son muy cotidianos. Cumplimos con los dos objetivos, llegar a los niños y a los padres, pero sí que queremos hacer hincapié en que al final el trabajo y el cambio está en los adultos. No es un cuento que le des a tu hijo para que se haga experto en emociones sino que es responsabilidad de los padres ofrecerles esa información a nuestros hijos porque todo lo que queremos que aprendan nuestros hijos lo tenemos que aprender nosotros primero. El foco hay que ponerlo en los adultos porque una vez que sabemos cómo debemos actuar y sabemos qué es lo que se esconde detrás del comportamiento de los niños hay un cambio brutal en cómo afrontamos los retos del día a día. Porque no es lo mismo creer que tu hijo te toma el pelo y que eso despierte en ti una emoción de enfado, de ira o molestia a que tú interpretes que tu hijo con ese comportamiento te está queriendo decir ‘necesito ayuda’ ya que en este caso serás mucho más compasivo y estarás más dispuesto a escuchar, a no dejarte llevar por la ira y enfadarte.

¿De qué manera puede cambiar la disciplina positiva la forma de educar de una familia?

En una ocasión una participante de un taller nos dijo “siento que me he puesto unas gafas para entender a mis hijos”. Lo que haces con la disciplina positiva es aprender un idioma nuevo. Vas a empezar a entender más allá de los comportamientos de tus hijos, a ver qué necesidades emocionales tienen, vas a aprender a poner límites y normas para que exista una buena convivencia, a entender la familia como un equipo, a entender que por fin va a haber cooperación en tu casa, que por fin vais a tener comunicación más fluida...

Lo que realmente engancha de esto es ver que, efectivamente, nuestros padres lo han hecho lo mejor que han podido pero nos han educado sin esos conocimientos a los que hoy por hoy los padres tenemos acceso. Educar a ciegas cuando no tienes otra opción pues bueno... pero ahora que tienes otra opción yo te digo: aprende el idioma de tus hijos porque esto no solo es para ahora es lo que tú siembres de cara al futuro, es la relación que vas a tener con tus hijos el resto de tu vida, es ayudarles a crecer con una autoestima alta, con cosas que nos faltan a nosotros que muchas veces educamos desde el miedo y desde nuestras carencias. Si podemos cortar ese círculo y tener relaciones más sanas es una oportunidad que no se puede dejar escapar.

Es verdad que hoy en día muchos padres se dedican a ver blogs, a leer muchas cosas y al final puede haber una saturación de información que hace que aunque intenten aplicar este tipo de educación sea complicado. ¿Qué proponemos nosotros? Un método sencillo y claro y, sobre todo, mucha práctica y mucho entrenamiento porque esto no es de un día para otro. Hay que trabajarlo con un método y con expectativas realistas porque estamos en una sociedad muy intercomunicada, nos comparamos mucho con los demás y lo que hacemos en realidad es compararnos con un trozo mínimo de realidad. Nosotros tampoco somos una familia perfecta y cuando decimos que metemos mucho la pata no es para hacernos los humildes es que es real. La diferencia está en lo qué haces después de meter la pata, eso es lo que tenemos que trabajar.

Hoy en día los padres están mas implicados en la educación de sus hijos pero a la vez se sienten culpables por no poder dedicarles tiempo.

El sentimiento de culpa es algo con lo que convivimos muchísimos los padres y eso es algo que nosotros intentamos enseñar a gestionar porque tú puedes sentir culpa y es un sentimiento natural y necesario pero te tiene que servir no para hundirte ni machacarte sino para buscar una solución a esa situación.

Cuantas veces nos decimos yo no voy a hacer esto que hacía mi padre y de repente te ves repitiendo patrones o, por el contrario, hay mucha gente que pasan del autoritarismo a la permisividad. Nosotros no creemos que la educación tenga que ser autoritaria ni tampoco permisiva. La autoridad hay que ganarla no hay que imponerla. Tenemos que ser guías para nuestros hijos, respetando que nuestros hijos son como son no modelarles a nuestro antojo, ser capaces de ver el potencial que ellos tienen, enfocarnos en sus fortalezas y entender esa culpa que podemos sentir como un botón para mejorar. Tenemos que ser en cierta manera un poco GPS, si nos equivocamos de ruta recalculamos otra. Esa es la diferencia entre haber sido educados en un sistema que castiga y penaliza el error a educados en una nueva forma que debería ser natural, en la que buscas una nueva solución en la que se implica toda la familia.



¿Cuánta importancia tiene la buena gestión de las emociones con los niños en su desarrollo posterior?

La validación es fundamental porque, de hecho, ya vemos las consecuencias que tiene en los adultos de ahora. Ahora mismo los índices de ansiedad y depresión están disparados y se hace más evidente que nunca la necesidad de educar en las emociones. Cuando hablamos de validar las emociones no hablamos de hacer un drama ni llevar al extremo o hacer víctimas a nuestros hijos. Validar es hacer lo que hacemos entre adultos, es que una persona tiene un problema y tú le escuchas, porque no está buscando que le arregles las papeletas sino solo que le escuches y que le digan ante un problema ‘te entiendo’.

Lo que pasa es que muchas veces intentamos negar la emoción porque esa emoción de nuestros hijos se nos contagia a los adultos y como tú no la quieres sentir porque es desagradable intentamos negarlas y pasarlas por encima. Pero si las negamos les estamos solo echando barro encima, no la estás entendiendo, aceptando ni aprendiendo qué es lo que te está queriendo decir. No se trata de reprimirla sino de sentirla y entenderla antes de tomar una decisión. Nosotros siempre decimos ‘no eduquéis en caliente’ porque cuando las emociones nos desbordan no vamos a tomar buenas decisiones.



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