La inversión dominicana queda por debajo en el continente y complica el ciclo de medallas

Una parte de la afición dominicana comienza a impacientarse con la actuación en Tokio, donde 17 de los primeros 20 atletas individuales salieron de la carrera y se suman las derrotas en los primeros tres compromisos de las Reinas del Caribe. “¿No conseguiremos ni una medalla?”, preguntan con frecuencia.

Más allá de la compleja logística a la que el COVID-19 ha forzado a todos para ir al certamen la cita japonesa ha dado vigencia a un recurrente reclamo de Luisín Mejía mientras presidía el Comité Olímpico Dominicano cuando advertía que la inversión que hacía el país en deporte ponía en riesgo mantener los resultados alcanzados estas últimas dos décadas.

Mejía, miembro del COI y máxima autoridad deportiva en Centroamérica y el Caribe, repite y repite que mientras una parte importante de la competencia dominicana aumenta sus presupuestos el quisqueyano se estanca o desciende. Y los números lo respaldan.

Entre 2017 y 2020, periodo que comprende el ciclo que concluye la próxima semana en Tokio, el Gobierno dominicano destinó RD$11,511,958,700 al Ministerio de Deportes, que asignó de esa parte a lo que compete el alto rendimiento y federaciones la cifra de RD$5,346,959,530.

Cuando se hace el ajuste al dólar estadounidense a lo invertido en el alto rendimiento, que incluye los nuevos valores, sumado a la inversión para Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos y Olímpicos esta queda en US$21,671,968 en el trayecto analizado.

A esta cifra se le suma un aporte de RD$350 millones (US$6,4 millones) del sector privado a través de la iniciativa Creando Sueños Olímpicos (CRESO) para un total de US$28 millones.

La devaluación que sufrió la moneda en el cuatrienio pasó factura, puesto que, si bien los desembolsos subían ligeramente en pesos para actualizar a la moneda requerida para competir en el extranjero disminuían. Una tasa que comenzó en US$47.53 en 2017 y llegó a US$57.93 a 2020 cuando se concluyeron la mayoría de clasificaciones.

Una inversión que comienza con la alimentación, pago de entrenadores, utilería y que luego incluye viajes, bases de entrenamientos, participación en pruebas de fogueos y oficiales y remuneraciones.

Ecuador, un rival del nivel dominicano en los Juegos Panamericanos, invirtió US$41 millones en el ciclo olímpico 2012-2016, de acuerdo con el Comité Olímpico, reseñado por el diario El Comercio. En 2018, la entonces vicepresidenta María Alejandra Vicuña le dijo a la Agencia Efe que el país sudamericano que para Tokio esa cifra subiría a US$53 millones, enfocado en un grupo de alto rendimiento de 261 deportistas.

En Chile, que en 2023 acogerá por primera vez los Juegos Panamericanos, la barra está mucho más alta. Un informe tan fresco como del pasado día 20 del corriente mes del Ministerio y el Instituto Nacional de Deportes del país patagón da cuenta de que para el ciclo actual se han destinado US$250 millones, un arco que incluye a los atletas paralímpicos.

Más cerca, en México, un análisis de la edición azteca de la revista Forbes cifra en US$76 millones lo que compete solo la preparación de los atletas del país más poblado de habla española para el tramo 2017-2020. La nota ahonda más; revela que un atleta requiere entre US$75,000 y US$176,000 para recorrer el tramo cuatrienal, desde los clasificatorios hasta competir en cada evento.

Unas partidas que no incluyen las ayudas que ofrecen las dependencias estatales en un país federal como tampoco los patrocinios que reciben los deportistas y que complementan la preparación.