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martes, 14 de septiembre de 2021

Cómo poner a dormir a un bebé con reflujo #favoryto

El reflujo es algo muy común en los bebés, de hecho, hasta la mitad de lactantes menores de un año suelen regurgitar. No es un problema grave y, en general se suele resolver cuando el niño crece, pero puede ocasionar molestias que hacen que el bebé se sienta incómodo

Cuando un bebé tiene reflujo y regurgita a menudo, una de las principales preocupaciones de los padres es cómo acostarlo, pues pasar mucho tiempo tumbados, como es caso de los bebés más pequeños, empeora los síntomas.

El reflujo es la vuelta hacia el esófago, o incluso la boca, del contenido del estómago, lo que a veces produce regurgitaciones o vómitos. Es tan frecuente entre los bebés porque en muchos de ellos, el anillo de músculos entre el esófago y el estómago, el esfínter del esófago, no ha madurado por completo. No tiene fuerza para cerrarse correctamente y el contenido del estómago tiende a subir hacia el esófago e incluso a salir al exterior de la boca, algo que, en el caso de los bebés se agrava porque su alimentación es líquida y porque pasan mucho tiempo acostados. Al ser un problema de madurez, es más frecuente en bebés que han nacido prematuramente.

En la mayoría de los casos no se trata de un problema grave y se resuelve al cabo del tiempo, por lo que la mayoría de los reflujos se resuelven antes de los 18 meses. Además, a partir de los seis meses, cuando empieza a come alimentos sólidos, mejora.

El reflujo solo es preocupante si el niño no gana el peso que debería, si rechaza la comida o si las regurgitaciones son de color verdoso o se acompañan de sangre, pues puede hacer causa detrás del reflujo, como alguna intolerancia alimentaria.

La hora de dormir es una de las preocupaciones de los padres de bebés con reflujo. Dado que, sobre todo las primeras semanas, los niños duermen mucho y hasta alrededor de los seis meses no se mantienen sentados, los síntomas del reflujo están muy presentes los primeros meses y es habitual que los bebés regurgiten cuando está en la cuna.

Para que esto no ocurra, una recomendación muy extendida es acostar al niño en una posición semi-inclinada. Para ello, se puede poner bajo la cuna algo que favorezca la inclinación. Sin embargo, los profesionales la desaconsejan. La La Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, por ejemplo, también asegura que “la postura semisentada aumenta los episodios de reflujo por lo que se debe evitar. La mejor postura sería tumbar al niño boca arriba”.

También la desaconseja la Academia Americana de Pediatría (AAP). En primer lugar, porque no es seguro, ya que “aumenta el riesgo de que el bebé ruede hacia los pies de la cama o quede en una posición que le provoque dificultades respiratorias graves o mortales”; y en segundo lugar, porque no hay evidencias de que dormir a los niños con un poco de inclinación mejore el reflujo. La postura más segura para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es que duerman boca arriba y sobre una superficie firme y libre de objetos, como cojines. Según se afirma es la web de la web de divulgación de la AAP Healthychildren.org, “pese a que los padres suelen preocuparse porque su bebé vomite y se asfixie al dormir boca arriba, esto es totalmente falso. Los bebés tosen o tragan automáticamente el líquido que regurgitan o vomitan debido al reflejo nauseoso que evita de manera natural que ocurra una asfixia. No existe evidencia respecto a que los bebés sanos acostados boca arriba tengan más probabilidades de sufrir episodios graves o mortales que los bebés acostados boca abajo. Pero sí hay evidencia sólida que dice que los bebés acostados boca abajo corren un mayor riesgo de sufrir del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)”.

También desaconsejan que se utilicen columbios, asientos, mecedoras… que favorezcan esta posición inclinada. Si se duermen en alguno estos objetos, lo más seguro para él es sacarlo y tumbarlo en su cuna.

Lo que sí podemos hacer para intentar evitar la regurgitación mientras duerme es que no esté tumbado mientras lo alimentamos y esperar para tumbarlo, no acostarlo inmediatamente. Una vez se siente solo, podemos dejarlo sentado media hora antes de meterlo en la cuna.

Si el niño está bien, no necesita realizar ningún tratamiento para el reflujo, pues, como hemos dicho anteriormente, suele resolverse solo. Aun así, para minimizar molestias, podemos:

•Si el niño toma pecho, no hay que cambiarle la alimentación, pues la lactancia materna es la forma más saludable de alimentar a los bebes. Si toma biberón, existen fórmulas antirregurgitación que, al ser más espesas, dificultan que el reflujo llegue a la boca.

•Ofrecerle menos comida más veces al día también reduce el riesgo de vómitos y regurgitación.

•Hacer eructar al bebé siempre evita que el aire se acumule en el estómago y favorezca las regurgitaciones.

•Una vez pasados los seis meses, podemos ‘engordarle’ la comida para hacerla más densa. Aún así, aunque no hagamos nada, el hecho de darle sólido reduce el riesgo de regurgitación.



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