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lunes, 8 de noviembre de 2021

Qué te puede pasar si comes pan con moho #favoryto

Encontrar moho en el pan, especialmente en los paquetes de pan de molde, es algo relativamente frecuente, muchas veces sin que haya prescrito la fecha de caducidad. Y es que el pan, sobre todo si es de fabricación casera, que no contiene conservantes, es uno de los alimentos más susceptibles de ser colonizado por estos desagradables hongos. Lo normal es que, el mero hecho de encontrar moho en el pan nos quite inmediatamente las ganas de comérnoslo, pero, ¿y si lo hacemos por accidente? ¿Y si quitamos las rebanadas afectadas y nos comemos el resto? ¿Nos pondremos enfermos? ¿Pondremos en riesgo nuestra salud?

Pues lo cierto es que, si, accidentalmente, comemos un bocado de pan con moho, más allá del asco que nos dé, no hace falta que corramos a urgencias, pues lo más normal es que no ocurra nada. En el mejor de los casos, lo digeriremos sin más, y en el peor, si somos alérgicos a estos hongos o tenemos un sistema inmune debilitado, nos provocará algunos síntomas desagradables, como malestar estomacal, moqueo, dolor de cabeza, problemas respiratorios… Solo en casos muy raros, esta reacción alérgica será grave y dará lugar a un shock anafiláctica, algo que, además de poco frecuente, nos puede pasar con muchas otras cosas susceptibles de provocar alergia.

Además, por suerte, los hongos que suelen colonizar el pan, que son los del Penicillium o Neurospora crassa, no suelen ser peligrosos. Sí lo son, por ejemplo, los Aspergillus o los Fusarium debido a que pueden dar lugar a micotoxinas, pero cuando estamos en contacto con ellos de manera habitual, no por comer un bocado. Además, es probable que muchas veces comamos moho sin saberlo, pues cuando vemos el moho en el pan, los hongos ya llevan unos días colonizándolo, y los primeros días los hongos no son visibles.

En caso de comer accidentalmente pan con moho, basta con que estés atento las horas y días siguientes por si apareciera alguno de los síntomas anteriores.

Que sea más o menos seguro comer un bocado de pan con moho no significa que sea saludable, ni mucho menos, pues la exposición continuada a ciertos tipos de hongos sí puede representar un riesgo serio para la salud. Esto se debe a la presencia de micotoxinas, unas sustancias producidas por los hongos -principalmente los del género Aspergillus, Fusarium y Penicillium- que no se destruyen con el cocinado y que, a la larga, como alerta la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), “pueden causar diversos efectos adversos como la inducción del cáncer y mutagenicidad, así como problemas en el metabolismo de los estrógenos, gastrointestinales o en el riñón. Algunas micotoxinas son también inmunodepresoras, reduciendo la resistencia a enfermedades infecciosas. Hay micotoxinas que producen estos efectos toxicológicos por exposición a las mismas a largo plazo y otras que presentan, además, efectos agudos (principalmente gastrointestinales), como el deoxinivalenol”, aseguran.

Por tanto, cuanto menos nos expongamos al moho, ya sea al ingerirlo o al respirarlo, mejor para nuestra salud, sobre todo a largo plazo.

Muchas veces, como ocurre también con otros alimentos, tenemos la tentación de quitar la parte colonizada por el moho y comernos el resto. Esto es un error, pues, la parte visible del moho es solo eso, la parte visible, pues, aunque el ojo humano no alcance a verlo, lo más probable es que los hongos hayan colonizado gran parte del alimento. Esto se debe a que los hongos van propagándose y creciendo a través de unas raíces conocidas como hifas, que no son visibles al ojo humano. Por tanto, si vemos moho en cualquier parte del pan, ya sea barra o pan de molde, lo más seguro es tirar la barra o el paquete entero. Esto ocurre con el pan y otros alimentos como los guisos, verduras como los tomates, los embutidos tiernos, la fruta… en general cualquier alimento en el que, por su consistencia, los hongos pueden expandirse rápidamente. Los únicos alimentos en los que podríamos quitar la parte mohosa (con dos centímetros de margen) y comernos el resto, son los de consistencia más dura, como los quesos curados, las zanahorias, el fuet… Aun así, lo más seguro será siempre desecharlos. Si los envolvemos en una bolsa o papel antes de tirarlos mejor, pues así evitaremos que se extiendan las esporas de los hongos, que darán lugar a nuevos hongos.

También existen los ‘mohos buenos’. Son los que encontramos en los quesos tipo cabrales, camembert, brie... Estos hongos no son peligrosos porque son mohos propios de estos alimentos y porque, como advierte AESAN, se crean en refrigeración y “no solamente el crecimiento fúngico es menor, sino también la producción proporcional de micotoxinas”.

Al igual que ocurre con otros alimentos, la conservación es la clave para evitar o retardar la aparición de hongos. En el caso del pan, debemos:

•Mantener el pan en una bolsa de tela cerrada. En caso de que sea casero, no mantenerlo más de cuatro días. Algo más si se trata de masa fermentada. Los industriales aguantan mal, pero deberemos tener en cuenta la fecha de caducidad.

•Alejar el pan de los ambientes húmedos. Lo ideal es conservarlo en un lugar fresco (por debajo de los 24 grados), seco y oscuro.

•El pan sin gluten es más susceptible a los hongos, por lo que habrá que consumirlo antes.



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