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lunes, 20 de diciembre de 2021

¿Es posible el amor entre varias personas? Esto es lo que dice la ciencia sobre el poliamor #favoryto

Las últimas décadas, con sus sucesivas revoluciones sexuales y la conquista de derechos por parte de las mujeres y de la comunidad LGTBI han ido cambiando el modo en el que nuestra sociedad entiende el amor y la sexualidad. Y, hoy en día, quizás una de las realidades que más está dando que hablar es la del poliamor.

Con este término se hace referencia a las relaciones no monógamas en las que existe un consentimiento expreso e inequívoco de todos los implicados y una responsabilidad ética y afectiva entre ellos. Está claro que se trata de una opción chocante en una sociedad que ha sido tradicionalmente explícitamente monógama (lo que no significa que otras realidades sean nuevas, sino que han estado tradicionalmente silenciadas), hasta el punto en el que son muchas las personas que siquiera dudan que sea posible establecer establecer relaciones bajo estos parámetros.

Práctica y teoría

Lo principal que hay que señalar es que la psicología y las demás ciencias que estudian cuestiones que atañen a las relaciones del ser humano (como la sociología) pueden dar pautas generales y teóricas sobre esta cuestión, pero no pueden refutar en ningún caso la realidad.

Con esto, nos referimos a que no corresponde a estas disciplinas dictaminar si algo es posible o no; mientras haya personas que genuinamente establezcan estas relaciones, como de hecho ocurre (cada vez son más las asociaciones o personalidades públicas que han comunicado experiencias en este sentido), debemos entender que se trata de algo posible.

Dicho esto, lo cierto es que son muchos los psicólogos, psiquiatras, antropólogos y demás que han propuesto que las relaciones no monógamas no sólo son posibles, sino que de hecho serían frecuentes en la naturaleza. Algunos, como David Barash o Judith Eve Lipton en su libro conjunto El mito de la monogamia argumentan que en la naturaleza la exclusividad sexual es casi inexistente, mientras que la monogamia social (caso de muchas aves y, en buena medida, de los humanos) es relativamente poco común.

El problema de los celos

Desde el punto de vista psicológico, quizás el punto más complejo para una relación poliamorosa es la emoción conocida como 'celos'. En ellos, como señalan académicos como Marvin Harris, proponente de la teoría del materialismo cultural, intervienen numerosos factores: un propuesto origen biológico (al controlar la promiscuidad de la pareja femenina, los machos de una determinada especie tienen mayores posibilidades de ser ellos quienes se reproduzcan con ella y de que se perpetúe su genoma), un componente de la normatividad del grupo social e influencias de la biografía y el estado anímico del individuo (sensación de abandono, autoestima baja...).

Todo ello no implica que a día de hoy se sigan cumpliendo, necesariamente, las 'funciones' que un día pudieron tener los celos (la selección de parejas y la reproducción del propio linaje en las personas funciona de una manera muy diferente a como ocurre en otras especies; en cuanto a la normatividad social, sus códigos se han ido transformando en paralelo a la especie humana). De hecho, Harris argumenta que fenómenos como la poligamia, el poliamor o las infidelidades también tendrían un propósito biológico (diversificar la genética de la descendencia) y social en origen.

No obstante, lo que sí se sabe es que existen técnicas para controlar la intensidad, el alcance y la respuesta a los celos. De hecho, es frecuente en estrategias como la terapia de pareja abordar esta cuestión, a menudo con éxito, como parte de tratamientos de terapia de pareja o psicoterapia.



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