La edad límite hasta la que podemos vivir, según la ciencia: ¿Superaremos los 122 años? #favoryto

La esperanza de vida, en muchos países del mundo, se ha ido ampliando en las últimas décadas. Esto sólo significa que la media de las personas vive más, y no necesariamente que se batan récords de longevidad. Así que cabe preguntarse: ¿Dónde está el límite? ¿Viviremos algún día para siempre?

Lo cierto es que, tal y como recoge un artículo publicado en la revista Nature, los científicos no están de acuerdo en este aspecto. Algunos investigadores opinan que, en la actualidad, los seres humanos nos estamos alcanzando al límite de lo que podemos vivir; otros, en cambio, defienden que no existe tal límite. La cuestión es controvertida, hasta el punto de que algunos artículos han suscitado respuestas en forma de cartas agresivas a los editores de revistas científicas e incluso acusaciones de fraude.

Es comprensible; como señalan algunos autores, se trata de una de las preguntas más antiguas que se ha hecho la humanidad. Lo que sí que está claro es que para alcanzar las fronteras de nuestra propia supervivencia van a ser necesarios avances sin precedentes en la ciencia médica.

¿120 años, el límite?

Sea como sea, son muchos los intentos que se han hecho de dibujar esa línea. En 1985, el matemático británico Benjamin Gompertz teorizó que, desde el final de la tercera década de vida de una persona, sus posibilidades de morir aumentan exponencialmente cada año; con lo que, hipotéticamente, debería llegar un momento en el que esas probabilidades alcancen el 100%.

Este trabajo fue muy influyente, y en 1996 autores de la Universidad de California del Sur en Los Ángeles emplearon estos cálculos para hallar ese límite en los 120 años. Por lo que sabemos, parece muy razonable, dado que hasta ahora sólo tenemos registros de que una persona alcanzase y superase (por poco margen) tal edad: Jeanne Calment, una mujer francesa que falleció en 1997 a la edad de 122 años.

No obstante, estos mismos investigadores ya especulaban que los avances médicos podían deformar esta curva, prolongando nuestro tiempo máximo de vida y haciendo que el horizonte de los 120 años llegue algún día a ser una esperanza de vida rutinaria.

Y precisamente este es un centro importante de dudas. El modelo de Gompertz parece bastante acertado, pero desconocemos cuál es su verdadera flexibilidad: hasta qué punto podemos cambiarlo o estirarlo. Especialmente, cuando tenemos en cuenta que aunque ha habido intentos de encontrar una meseta en la predicción, han encontrado un obstáculo que tiñe todos los resultados: la supervivencia extrema es tan infrecuente que las estadísticas pierden valor y exactitud.

Ralentizar lo inevitable

Por ahora, la ciencia no ha encontrado la manera de empujar ese límite, si es que existe. En 2021, un artículo publicado por la ONU, investigadores franceses realizaron un análisis estadístico de las 30 personas más longevas que fallecían cada año. Y lo que encontraron es que, mientras que el número de los que llegaban a los 100 años se incrementaba con el paso de tiempo, más allá de esa edad la tasa de supervivencia se mantenía estable.

Esto nos puede llevar a pensar en los mecanismos que están detrás del envejecimiento y la longevidad, ya que hasta ahora sólo hemos atendido a modelos demográficos. Los gerontólogos han identificado al menos nueve características celulares y moleculares, que incluyen daño genético, acumulaciones de proteínas defectuosas y metabolismos tóxicos. Por lo que sabemos, no existe ninguna evidencia para creer que estos procesos van a detenerse al llegar a cierta edad, sino, más bien, que quienes viven más de lo común poseen determinados rasgos genéticos que los ralentizan.

Y estos rasgos son los que tratan de identificar, ya que en ellos puede estar la clave para prolongar nuestro máximo horizonte de vida. La clave, dicen los científicos, no estaría tanto en solucionar causas de muerte concretas (como el cáncer o el alzhéimer) sino en lograr ralentizar el envejecimiento. El futuro dirá donde está ese límite.