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martes, 15 de febrero de 2022

David Bueno: “A los adolescentes hay que ponerles límites siendo conscientes de que a veces se los van a saltar” #favoryto

¿Por qué los adolescentes se acuestan tan tarde? ¿Les ha afectado esta pandemia más emocionalmente que a los adultos? ¿Por qué en su habitación reina el desorden? A esta y a otras muchas preguntas da respuesta el doctor David Bueno -biólogo y neuroeducador de prestigio mundial- en su libro El cerebro adolescente, una guía para ayudarnos a descubrir qué ocurre en el cerebro de los adolescentes y cómo podemos acompañarlos en esta época tan importante de la vida.

¿Por qué un libro sobre el cerebro de los adolescentes?

Porque la adolescencia es una época clave en el aprendizaje y en la educación. Es la época en la que se pasa de la infancia a la adolescencia y en la que, literalmente, se reconfiguran muchas redes neuronales en el cerebro. Es una época importantísima a la que muchas veces no mostramos la suficiente atención. La adolescencia es una etapa propia de la vida, una etapa muy especial en la que ya no son niños, y no hay que tratarlos como a niños, pero que tampoco son adultos, y no debemos tratarlos como tales.

Empecé a escribir este libro en medio de esta crisis sanitaria, al ver que no se les consideraba. Se hablaba mucho, y con razón, de las personas mayores, incluso se pensó en que se necesitaba sacar a pasear a los perros, pero no se pensaba a en los adolescentes, cuanto es la época en la vida en la que más necesitan socializar con los iguales.

Al principio del libro, compara de manera muy visual, a un adolescente con un renacuajo cuando se convierte en rana, que tiene características de ambas etapas. ¿Qué tiene un adolescente de niño y qué de adulto?

Tiene todo lo del niño, y lo va abandonando poco a poco, mientras va adquiriendo poco a poco todo lo del adulto, como la metamorfosis de un anfibio. Tienen todavía comportamientos de niño y los van abandonando, poco a poco, por ensayo y error. Van adquiriendo los comportamientos adultos, cuando jamás han sido adultos, por eso ensayan y se equivocan muchísimas veces.

"Los adolescentes tienen que ensayar y equivocarse, y el papel de los adultos es ayudarles cuando se han equivocado, pero no sacarle las castañas del fuego"

Durante la adolescencia, la mente cambia la forma de recordar, razonar, pensar, tomar decisiones y cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Con tanto cambio, ¿es normal que estén un poco perdidos…?

Sí, porque están eliminado constantemente conexiones neuronales que les hacían ser niños, y están adquiriendo las conexiones nuevas a través de vivencias nuevas, de imitar comportamientos… de ahí la tremenda importancia del ejemplo que les damos, y de lo que ven a través de algunas redes.

Prácticamente todos los comportamientos típicos de la adolescencia tienen una base biológica, en su cerebro: intensidad emocional, búsqueda de novedad, del riesgo, la creatividad… Dice que todo esto es indispensable para buen desarrollo durante la adultez. ¿Por qué?

Ellos tienen que aprender a valorar de forma crítica todo lo que han hecho hasta ese instante, todo lo que les han dicho… y eso implica muchas veces sobrepasar los límites que les imponen y encontrar los suyos propios, los que se ponen ellos mismos. Tienen que sobrepasar los límites para poder ver lo que hay el otro lado, y ahí es donde los adultos somos imprescindibles. Tenemos que ponerles límites sabiendo que alguna vez se los van a saltar. En un adolescente sin límites, su cerebro no madura tan bien, porque necesita enfrentarse a límites, es lo que está buscando….pero si somos muy restrictivos o punitivos con él cuando se saltan algún límite, no se atreven a saltárselos nunca y tampoco les estamos ayudando a que maduren bien. Lo importante es que los límites que se vayan a saltar no entrañen ningún riesgo excesivo, porque el riesgo cero no existe nunca.

¿Tenemos que dejar, entonces, que un adolescente se equivoque?

Tienen que equivocarse, ensayar y descubrir por sí mismos dónde están los errores. El papel de los adultos es ayudarles cuando se han equivocado, pero no sacarles las castañas del fuego, sino crear a su alrededor una confianza para que ellos mismos sean capaces de ver dónde está el error. En la cultura mediterránea toleramos muy mal los errores, mientras que en otras, como la americana o la sajona, los errores se entienden como un aprendizaje de lo que no hay que hacer, como una oportunidad de resiliencia.

Si todos los adultos han sido antes adolescentes, ¿por qué les cuesta tanto entenderlos, ponerse en su lugar?

Lo de no entender a los adolescentes es de siempre, no de ahora, ya hay constancia de ello en la Grecia clásica, y eso ocurre porque recordamos nuestra propia adolescencia de manera distorsionada. Todos tendemos a interpretar el pasado en función de nuestro presente, así que todo lo que hicimos en la adolescencia lo interpretamos en función de lo que ahora somos, como si toda nuestra vida hubiera sido una sucesión de causas y consecuencias, y no fue así. Tuvimos en nuestra adolescencia muchas bifurcaciones posibles que no tomamos y de las que no nos acordamos, recordamos aquellas decisiones que tomamos y que nos permiten ser los adultos que somos, no nos acordamos de las grandes tonterías que hicimos en la adolescencia. E interpretamos la adolescencia de nuestros hijos y de nuestros alumnos en función de la interpretación sesgada que tenemos de nuestra propia adolescencia.

"Los adolescentes solo dejan de comportarse como tales cuando su entorno de adultos les acepta como iguales, tanto en derechos como en deberes"

¿Se tiene lo suficientemente en cuenta a la adolescencia en la sociedad? Por ejemplo, hay estudios que dicen que les ayudaría a concentrarse mejor retrasar la entrada a clases, y en el instituto se hace lo contrario…

Mal del todo no lo hacemos porque si no nos habríamos extinguido, pero hay muchas cosas que podemos hacer mejor con ellos, y esta que planteas de los horarios en una de ellas. El cerebro adolescente, por causas biológicas -es algo que no pueden evitar-, se retrasa un par de horas, tanto a la hora de levantarse como de acostarse. Por eso, cuando, al llegar la adolescencia, en lugar de hacer que se despierten más tarde, les hacemos que entren a clase antes, estamos actuando en sentido contrario. Es cierto que retrasar sus horarios es difícil porque chocaría con horarios sociales, profesionales, de los padres… pero quizás sí ayudaría tenerlo en cuenta, no forzarles a primera hora de la mañana, ser más comprensivos… porque su cerebro a esa hora no está al 100%. No aprenderán más y se estresarán, y el estrés es el gran enemigo del aprendizaje y la maduración del cerebro. En este sentido, hay que tener más comprensión y empatía.

Asegura que la adolescencia se sabe más o menos cuándo empieza, pero no tanto cuándo acaba. ¿Qué factores contribuyen a alargarla?

La adolescencia es un proceso biológico en el que intervienen factores hormonales, es un proceso biológico que empieza cuando toca. El final de la adolescencia sí es una mezcla de biología y de cultura. Para que termine, deben haber madurado bien las redes neuronales que nos dan la capacidad de reflexionar, de decidir, de planificar cosas para un futuro… Para conseguirlo también influyen los aspectos culturales, ambientales… si han vivido en un ambiente en el que se sienten seguros, cómodos, apoyados emocionalmente como para que hagan sus propios planes, estas redes neuronales habrán podido llevar a cabo su función. Si el ambiente que les generamos no les permite reflexionar, somos demasiado inmediatos… estamos retrasando el fin de la adolescencia.

Los adolescentes solo dejan de comportarse como adolescentes cuando su entorno de adultos les acepta como unos iguales en derechos y deberes. Si esto es así, lo normal es que a los 18-20 años haya quedado atrás, pero ahora, muchas veces, los hijos viven con los padres hasta mucha más de esta edad, y si no los tratamos como iguales, no facilitamos el tránsito a la edad adulta y la adolescencia se prolonga. Y este es un fallo muy común entre los padres.

¿Cómo tiene que ser una infancia para tener una adolescencia sana?

La infancia deber ser una época de socialización, de autoconfianza…y debemos educarles en positivo. Esto no significa no corregirles cuando haga falta, sino reconducir sus actitudes hacia algo más positivo, acompañándolos… esto les permite llegar a la adolescencia con confianza, capacidad de decisión, empoderamiento… para que transiten por esa etapa de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que siempre harán la tontería de turno, que tendrán altos y bajos emocionales…

"Cualquier situación externa les afecta con mucha más intensidad que a los adultos"

Durante la pandemia se han disparado los casos de ansiedad y problemas de salud mental entre los jóvenes, ¿son más vulnerables de lo que parecen?

Sí. Es una época en la que su cerebro es muy resistente porque es muy plástico y se adapta prácticamente a todo, pero más vulnerable porque a la vez está tejiendo una serie reconexiones neuronales que les dejan muchas veces indefensos. Por primera vez tienen que afrontar situaciones de adulto sin haberlas vivido situaciones, y esto cuando su emocionalidad está muy reactiva, por eso lo viven todo tan intensamente. Y esto lo hemos podido comprobar en los últimos dos años. El cerebro adolescente busca socializar con sus iguales más que en cualquier otra época de la vida, y los hemos confinado. No es una crítica a los confinamientos en sí porque el momento era el que era, pero sí se podrían haber generado espacios donde pudieran encontrarse, de una manera controlada y segura, pero en los que siguieran socializando de alguna manera. A consecuencia de esto, el número de episodios de tristeza y depresión entre los adolescentes ha aumentado brutalmente, porque cualquier situación externa les afecta con mucha más intensidad que a los adultos. No sabemos aún qué consecuencias tendrá esto para su cerebro a largo plazo, porque dos años en la adolescencia es mucho tiempo.

¿Cómo debemos tratar los adolescentes para sacar lo que mejor de ellos, pero sin molestarlo mucho?

Apoyarles, sobre todo emocionalmente. Deben sentir que su entorno confía en ellos para que ellos puedan confiar en sí mismos, aunque a veces pensemos internamente que no lo merecen nuestra confianza por las cosas que hacen. Y también darles buen ejemplo, por nos imitan, no pretendamos que hagan cosas que nosotros no estamos haciendo. Y la tercera, mantenerlos estimulados -no sobre estimulados-, pero sí mantener su motivación, ganas… para que aprendan a planificar. Hay que proporcionarles entornos en los que se sientan potenciados, estimulados y a gusto.



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