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sábado, 30 de abril de 2022

Qué debes saber antes de tomar citalopram, uno de los medicamentos más vendidos en España #favoryto

Cuando tomamos medicamentos, es importante informarnos en profundidad para conocer cómo funcionan, qué efectos pueden tener, en qué cantidad debemos tomarlos, con qué no deben mezclarse y para qué personas están contraindicados. De esta forma, podremos evitar muchas consecuencias indeseables.

¿Qué es y cómo funciona el citalopram?

El citalopram, muchas veces vendido bajo diferentes nombres comerciales, es un medicamento antidepresivo del tipo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS).

Como tal, lo que hace es dificultar la reabsorción del neurotransmisor serotonina (implicado de manera prominente en muchos procesos emocionales) por la célula presináptica (la célula que envía esa misma serotonina a otra), de manera que aumenta la disponibilidad de serotonina para la célula postsináptica (la receptora de la serotonina).

Gracias a ello, ayuda a mantener el equilibrio y el bienestar psíquicos, por lo que se emplea en el tratamiento de trastornos psicológicos y psiquiátricos como los trastornos depresivos, los trastornos de ansiedad, los trastornos de pánico, los trastornos obsesivo-compulsivos y algunas enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Huntington.

¿Cuáles son sus efectos secundarios?

El citalopram puede provocar una serie de efectos adversos más o menos frecuentes, que no obstante suelen desaparecer al cabo de unas pocas semanas de tratamiento en la mayoría de los pacientes.

Entre los más frecuentes (afectan a más de una de cada diez personas) se encuentran la somnolencia, la dificultad para dormir, el aumento de la sudoración, la sequedad de la boca, las náuseas y la cefalea; algo más raros (hasta a una de cada diez personas) son la disminución del apetito, la agitación, la disminución de la conducta sexual, la ansiedad, el nerviosismo, el estado confusional, los sueños anormales, los temblores, el hormigueo o entumecimiento de las manos y los pies, los mareos, la alteración de la atención, el tinnitus, los bostezos, la diarrea, los vómitos, el estreñimiento, las erupciones cutáneas, el dolor muscular y articular, los problemas para la eyaculación y la erección, los problemas para alcanzar el orgasmo, la fatiga, el escozor en la piel y la pérdida de peso.

Aún más raramente (hasta a una de cada cien personas) el citalopram puede producir trastornos hemorrágicos cutáneos, aumento del apetito, agresividad, despersonalización, alucinaciones, manía, desmayos, midriasis (dilatación de las pupilas), latidos cardíacos rápidos, latidos cardíacos lentos, urticaria, pérdida de pelo, fotosensibilidad, dificultades para orinar, hemorragia menstrual excesiva, hinchazón de brazos y piernas y aumento de peso; y hasta una de cada mil personas experimentan convulsiones, movimientos involuntarios, alteraciones en el gusto, sangrado, hepatitis y fiebre.

Por último, se han reportado con frecuencia desconocida efectos como pensamientos y conductas suicidas, una reducción de plaquetas en sangre, hipersensibilidad cutánea, reacción alérgica grave, incremento en la cantidad de orina, hipocaliemia, crisis de angustia, bruxismo, inquietud, movimientos anormales o rigidez, acatisia, alteraciones de la visión, presión sanguínea baja, sangrado de la nariz, trastornos hemorrágicos, hinchazón repentina en la piel o las mucosas, erecciones dolorosas, flujo de leche en hombres y mujeres, irregularidades en el periodo menstrual, alteración de la función hepática, hipotensión ortostática, aumento del riesgo de fracturas óseas, ritmo cardíaco anormal y sangrado vaginal abundante poco después del parto.

En cualquier caso, se debe dejar de tomar citalopram y acudir inmediatamente al médico si aparecen fiebre elevada, agitación, confusión, temblores y contracciones repentinas de músculos (en conjunto, sintomatología del síndrome serotoninérgico); hinchazón de la piel, lengua, labios o cara o dificultades para respirar o tragar (reacción alérgica); sangrados inusuales (incluyendo gastrointestinales); hiponatremia (nivel bajo de sodio, con síntomas como cansancio, confusión y contracción muscular); o latidos del corazón rápidos e irregulares y sensación de desmayo (torsade de pointes).

¿En qué casos está contraindicado?

Hay una serie de supuestos en los que se deben mantener unas precauciones especiales.

Por ejemplo, deben evitarlo completamente las personas que sean alérgicas al citalopram o a cualquier componente del medicamento, las personas que estén tomando inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO), quienes padezcan alteraciones del ritmo cardíaco, quienes se estén medicando por alguna enfermedad que afecte al ritmo cardíaco o quienes tomen medicamentos que afecten al ritmo cardíaco.

Igualmente, deberían consultar con el médico quienes tengan episodios maníacos, trastorno de angustia, insuficiencia renal o hepática, diabetes, epilepsia, trastornos hemorrágicos, midriasis o nivel bajo de sodio en sangre o quien reciba tratamiento electroconvulsivo.

¿Cuál es la dosis apropiada?

La dosis deberá determinarla en cada caso un médico (hay que recordar que el citalopram está siempre sujeto a receta médica) en función de las características de cada caso en concreto.

A nivel orientativo, en adultos la dosis habitual es de 20mg al día por depresión, aumentable hasta los 40mg; de 20 a 30mg diarios en trastorno por angustia (de nuevo, aumentable hasta los 40mg); y de 20mg al día para trastorno obsesivo compulsivo.

En personas de edad avanzada o con insuficiencia hepática, la dosis suele limitarse a los 20mg diarios.



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