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domingo, 15 de mayo de 2022

Jorge Prieto, ‘enfermero del Wanda’: “El ahorro en sanidad no puede hacerse a costa de los recursos humanos” #favoryto

A Jorge Prieto todos lo conocen ya como al 'enfermero del Wanda’, un sanitario que hizo gala de un gran sentido del humor para explicar el proceso a los pacientes que esperaban para ser vacunados. Un año después, su vida no ha cambiado mucho, sigue siendo enfermero, aunque en otra comunidad, y sigue escribiendo, pero en lugar de escribir solo para sí mismo ‘como protección emocional’, lo ha hecho en el libro ‘Llegar a tiempo’, en el que nos cuenta algunas de sus vivencias como enfermero de emergencias y pone en valor su trabajo y el de sus compañeros, algo que no podemos pasar alto hoy, Día Internacional de la enfermería.

‘Llegar a tiempo’ no es tu primer libro, aunque sí el primero con una editorial importante. Cuéntanos, a grandes rasgos, que podemos encontrar en él. Sí, es verdad, tengo otro libro, pero este es el libro ‘con mayúsculas’, el otro era un proyecto muy pequeño, era autoeditado. ‘Llegar a tiempo’ es un libro de relatos cortos, de no más de tres o cuatro páginas, que relatan mi día a día como enfermero. Pero no es un libro enfocado solo a sanitarios, sino a todo el mundo, porque en él hablo un poco de todo. Hay capítulos con mucha carga emocional, otros con indignación, otros en los que hablo del mal uso que se hace a veces de los servicios de urgencia e intento hacer un poco de pedagogía…

¿Qué significa este título, esta expresión para ti? ¿Es literal o tiene algún otro significado? Nuestro trabajo consiste en ganarle minutos al reloj, porque tenemos que llegar a tiempo para salvar vidas, pero también tiene otro sentido menos literal, que tiene que ver mucho con lo que hemos vivido con la pandemia, y que es ese no llegar a tiempo de dar un abrazo, de despedirse, de dar el último adiós a sus seres queridos…

En el libro hablas de temas como la muerte o la empatía. ¿Echas de menos más formación al respecto en una profesión como la vuestra? Sí, porque durante la carrera nos enseñan muchísimas cosas, técnicas de medicina, de enfermería… pero muy poco de salud mental, de empatía, de cómo conectar con las personas…. Al final somos personas que cuidamos de otras personas y también tenemos que saber entender y atender las necesidades emocionales de las personas que tratamos.

Al final somos personas que cuidamos de otras personas y también tenemos que saber entender y atender las necesidades emocionales

Dices que ‘el día que deje de sentir, abandonarás esta profesión…’, pero ¿cómo se encuentra el equilibrio entre no dejar de sentir, de ser empático… y mantener la distancias para que no te afecten las cosas demasiado? Es inevitable que muchos de los casos que vivimos nos despierten muchas sensaciones por dentro, pero hay que aprender a llevarlas. De hecho, esa es una de las razones del libro, porque yo empecé a escribir como protección emocional y gracias a esa ‘terapia’ está aquí este libro. Pero es cierto que es una barrera muy fina. Si te pones una coraza para que no te afecten las cosas, no haces bien tu trabajo, que es mucho más que aplicar unas técnicas, pero si te implicas demasiado, terminas sufriendo tú. Al final es aprender a mantenerse en esa línea, aunque sabiendo que siempre habrá casos por los que termines cruzándola y que te afecten más, es inevitable.

El problema no es la gente, que sí nos valora, son las administraciones públicas, que no terminan de valorar nuestro trabajo

¿El sentido del humor ayuda? Sí, es un antídoto natural, un fármaco maravilloso para la depresión, la ansiedad, el estrés…

Al principio del libro hay una frase en la que dices que “somos muy individualistas y muy impacientes. Lo queremos todo ya, y cuando lo conseguimos se nos olvida lo que hemos tenido que pasar para conseguirlo”. ¿Esto refleja cómo os sentís muchos sanitarios? Sí, pero es que es algo que pasa en esta sociedad, pero no solo en el ámbito sanitario, porque queremos que nos respondan al whastApp ya, que nos atienda el médico ya… Y esa inmediatez también hace que olvidemos rápido. Antes, cuando costaban más las cosas, la gente lo valoraba más y estaba acostumbrada a esperar los resultados. A mí me asombra cuando me cuentan que antes escribían cartas y que tenían que estar esperando semanas para leer la respuesta. La pandemia ha supuesto un gran esfuerzo para todos, sobre todo para los sanitarios y es una pena que lo olvidemos tan rápido.

¿Tú crees que los sanitarios están mejor valorados que antes de la pandemia o lo de los aplausos a las 8 fue un espejismo? Yo creo que los pacientes siempre nos han valorado, porque el paciente que está enfermo suele ser una persona que sufre y que nos ha visto trabajar de cerca. Con la pandemia, mucha gente que nunca había pasado por el hospital ha tenido que pasar o ha visto a gente cercana hacerlo. El problema no es la gente ni la sociedad, que sí nos valora, el problema son las administraciones públicas, que no nos termina de valorar del todo.

De hecho, afirmas que ‘el trabajo de enfermero es el más bonito, pero el menos valorado por las administraciones públicas’… Sí, y el problema es que se escudan en que las profesiones sanitarias son muy vocacionales y en que, si no vas tú, por ejemplo, a cubrir una guardia en tu día libre, los pacientes no van a estar bien atendidos. Y sí, es mi trabajo y me gusta mucho, pero también tengo derecho a tener un día libre. Y, por otro lado, está el tema de los contratos maravillosos que tenemos de días, de un mes… El contrato más largo que yo he tenido ha sido de seis meses y así no te puedes organizar la vida.

¿En qué situación estás tú ahora? A mí se me terminó el contrato en Madrid, porque tenía un contrato covid y, como a todos los que teníamos ese contrato no se nos ha renovado, he aprovechado para mudarme a Palma de Mallorca, que además de mar, hay bastante trabajo…

El humor es un antídoto natural, un fármaco maravilloso para la depresión, la ansiedad, el estrés…

¿Con qué mensaje o mensajes quieres que llegue a la gente tras leer este libro? Me gustaría que se quedasen con una pequeña idea del trabajo que hacemos y que se desterrasen algunos mitos, como que los de emergencias ponemos la sirena para saltarnos semáforos o para llegar más pronto a comer, porque si corremos con la ambulancia es porque la persona que llegamos lo necesita porque está mal.

Y también me gustaría que se quedasen con la idea de que la vida es finita, que a veces nos da unos reveses que no esperamos y que por eso hay que vivir. Como se dice, la vida son dos días, uno fue ayer y mira qué tarde es hoy.

¿Habrá más libros? Yo seguiré escribiendo porque es lo que hago por protección emocional, y si a la gente le gusta el libro y me piden que escriba más relatos para publicarnos, por mí encantado.

Como a todos los que teníamos contrato covid en Madrid, no me han renovado. He aprovechado para mudarme a Palma de Mallorca, que además de mar, hay bastante trabajo

Todo el mundo te conoce como ‘el enfermero del wanda’. ¿Cómo llevaste esa fama repentina que dan a veces las redes con fenómenos virales? Para mí ha sido muy curioso, porque a mí no me conocían casi ni en mi casa y de a niche a la mañana me vi en los medios de comunicación. No me ha cambiado mucho la vida porque sigo haciendo el mismo trabajo que hacía antes, pero lo he aprovechado para dar a conocer a la enfermería.

¿Qué reivindicas para el gremio el día Internacional de la enfermería? Sobre todo, lo que te he comentado antes de los contratos, que las administraciones públicas dejen de jugar con nosotros, y que hagan unas ratios enfermero-pacientes más reales, porque el ahorro nunca debe hacerse en los recursos humanos.



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