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lunes, 26 de septiembre de 2022

El síndrome de la fatiga crónica: qué lo origina y cómo hacerle frente #favoryto

Según los últimos estudios, se estima que entre 120.000 y 200.000 personas sufren del síndrome de fatiga crónica (SFC) en España. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoce como una enfermedad neurológica que se caracteriza por la presencia de cansancio sin causa aparente, o lo que es lo mismo: fatiga crónica y falta de energía en el día a día.

Según explica el doctor Antonio Hernández, médico especialista en medicina integrativa de la clínica Keval+: “cada vez son más las personas que adolecen de síndromes crónicos que cursan con fatiga crónica, falta de energía, incapacidad para levantarnos con las prestaciones físicas y emocionales o para cubrir las exigencias laborales, deportivas, sociales o familiares de nuestro día a día».

Conocida también con el nombre encefalomielitis miálgica, esta patología de larga duración suele surgir además en personas anteriormente sanas, sin antecedentes de enfermedades graves y, generalmente, con una significativa actividad en su vida diaria.

El especialista señala que muchas de estas personas llegan a caer en diagnósticos que no son más que un saco roto como el síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y/o enfermedades psicosomáticas. “Ante estos cuadros incapacitantes, limitantes y que desesperan a la persona, por desgracia tradicionalmente los médicos nos vemos abocados a recetar fármacos como antiinflamatorios, antidepresivos, relajantes musculares o fármacos psiquiátricos que única y exclusivamente van dirigidos a sedar a la persona y que su sintomatología no sea tan acuciante”, explica el doctor Hernández.

Mejorar los hábitos

Sin embargo, cada vez son más los profesionales médicos que sin limitar la farmacología se abren a las posibilidades terapéuticas coadyuvantes, que como subraya este experto “giran en torno a hábitos integrales como la nutrición, la gestión del descanso y del sueño, algunos suplementos vitamínicos o el ejercicio bien prescrito”.

Antes de abordar estas terapias que pueden ayudar a mitigar o reducir los síntomas del SFC conviene analizar cuáles son las causas que lo originan ya que, como explica el especialista, éstas son multifactoriales y no específicas. Entre las principales encontramos:

Edad

“Evidentemente con el paso de los años la energía del cuerpo se va perdiendo y muchas de las facultades físicas progresivamente van mermando”, dice Hernández.

Obesidad

El aumento de grasa abdominal junto a la pérdida de masa muscular que ocurre con el paso de los años es uno de los causantes de la inflamación sistémica, de desequilibrios hormonales y pérdida de funcionalidad de las mitocondrias (pequeños órganos celulares que se encargan de obtener el ATP, la energía necesaria para los procesos celulares).

Estrés

“Un ritmo de vida más exigente implica sobreesfuerzos físicos, mentales y emocionales que acaban generando una carga de estrés crónico, lo que puede tener implicaciones a largo plazo en nuestro sistema nervioso y el resto del organismo”, dice el doctor. Esto da lugar a fases de agotamiento y de necesidad de descanso.

Desequilibrios hormonales

Debido al paso del tiempo, a la obesidad o la carga de estrés físico y emocional, muchas las personas que pueden tener desequilibrios de hormonas tiroideas, hormonas suprarrenales (cortisol, DHEA), hormonas sexuales femeninas (estrógeno, progesterona) o masculinas (testosterona). Esto puede generar cuadros sistémicos de agotamiento, merma de facultades mentales cognitivas y cuadros ansioso depresivos.

Inflamación de bajo grado

Un término que hace referencia a un estado de inflamación sistémico y que puede afectar a múltiples sistemas, como el muscular, el metabólico, el neuronal, el intestinal, etc. “Dicha inflamación se puede observar con determinados marcadores inmunes (IL-6, TNF-a…) que pueden generar que la persona esté más cansada y con dolor muscular (mialgias articulares, artralgias e incapacidad para recuperarse de forma eficiente ante los esfuerzos físicos y emocionales)”, explica.

COVID-19

Desde el inicio de la pandemia el COVID-19 se ha sumado a las causas de este síndrome. Hasta el 15% (algunos estudios clínicos indican que el porcentaje es mucho mayor) de los pacientes sufren de SFC por COVID persistente, el cual implica una serie de síntomas entre los que destaca el extremo cansancio, fatiga y dolor muscular que puede alargarse durante meses tras la infección.

¿Qué herramientas propone el experto para mejorar la energía y reducir los posibles síntoma de la fatiga crónica? El doctor apuesta por abordar esta problemática mejorando los hábitos relacionados con tres pilares: alimentación, ejercicio y terapia hormonal sustitutiva. Estos son sus diez consejos:

Disminuir el sobrepeso

"El sobrepeso y especialmente la acumulación de grasa abdominal y visceral es una de las principales causas de inflamación sistémica y desequilibrios en el organismo”. Esta es la razón por la que las personas con mayor porcentaje de obesidad tienden a estar más cansadas y a padecer más inflamación y dolor sistémico.

Control de los carbohidratos

“Aunque debemos escapar del reduccionismo de que los carbohidratos son peligrosos para la salud, es cierto que aquellos carbohidratos refinados (el arroz blanco, la pasta blanca, el pan blanco y otro tipo de harinas refinadas) pueden generar desequilibrios metabólicos y conducir a la obesidad, inflamación y falta de energía a largo plazo”. El doctor recomienda la inclusión de carbohidratos con menor impacto en la insulina como son los tubérculos (patata, boniato y yuca), la legumbres o lo pseudocereales (mijo, quinoa, amaranto o trigo sarraceno).

Consumir más verduras, hortalizas y frutas

Este tipo de alimentos tienen una carga baja de calorías en la persona y además aportan grandes beneficios para la salud. “La alta cantidad de vitaminas, minerales fitoquímicos o fibra tendrán un impacto coadyuvante en el funcionamiento de nuestro cuerpo y los niveles de energía a largo plazo”, expresa el experto.

Sí a las grasas (insaturadas)

El especialista explica que muchas hormonas como la testosterona, los estrógenos o el cortisol dependen de la grasa al igual que el sistema nervioso o el funcionamiento de la vesícula biliar. “Dentro de las grasas recomendamos la ingesta de las que pertenecen al grupo de las insaturadas por su capacidad antiinflamatoria y las cuales podemos encontrar en los siguientes alimentos: aguacate, aceite de oliva, aceitunas, semillas, frutos secos o el pescado azul”.

Incluir proteínas en la dieta

Las proteínas son importantes para el sostenimiento de la masa muscular y la recuperación ante los esfuerzos físicos por las que se deben priorizar las de alto valor biológico como el huevo, las carnes magras o el pescado que en el caso de las personas veganas se pueden sustituir por múltiples alternativas.

Aportar sales minerales

Debido a la facilidad con la que podemos perder minerales a lo largo del día (la sudoración, bebidas diuréticas…) es necesario aportar sales minerales. Se pueden incluir en la dieta productos que incluyan minerales, bebidas isotónicas o algo tan simple como una pequeña cantidad de agua de mar diluida.

Hacer ejercicio

“El ejercicio es una de las herramientas que puede ayudar sobre mecanismos hormonales, neuronales o musculares que actúan a favor de nuestra energía. Debemos tener cuidado en no excedernos y caer en un síndrome de sobreentrenamiento, es decir, una fatiga generalizada a nuestra mente y cuerpo y lo que sería totalmente perjudicial”.

Favorecer el sueño

Asimismo es importante el descanso, ya que “tan esencial es moverse y hacer ejercicio como lo es permitir que nuestro organismo descanse”.

Los suplementos

El experto señala que los suplementos pueden ser el complemento perfecto al resto de las herramientas citadas anteriormente. “Se pueden utilizar principios activos como el magnesio, la ashwagandha, la maca o la L-tirosina, estos productos potenciarán al sistema nervioso y hormonal ante el efecto del estrés”.

Terapia hormonal sustitutiva (THS)

Para todos los pacientes con fatiga crónica alargada por más de seis meses y una edad mayor a los 40 años, el doctor sugiere revisar los niveles de hormonas (las tiroideas, la testosterona, la DHEA o estrógenos). “En caso de verificar un déficit de dichas hormonas se debe poner en contacto con un médico que pueda ajustar dichos niveles”.

Asimismo el doctor recomienda alejarse de toda fórmula ‘milagrosa’ o productor que prometa la recuperación instantánea de la energía. “Es crucial que los estados de fatiga crónica sean entendidos como la consecuencia final de múltiples factores que hay que abordar de forma integral, por otra parte, es de vital importancia que cada caso sea abordado por equipos de profesionales que puedan individualizar el tratamiento y las herramientas pertinentes”, concluye.



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