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domingo, 25 de abril de 2021

¿Qué hacer cuando la diferencia de salarios abre una fisura en la pareja? #favoryto

Por mucho que la sociedad siga avanzando y reduciendo las diferencias entre hombre y mujeres los roles de género siguen persistiendo en numerosos asuntos de la vida doméstica. Sin duda, uno de los más importantes es la cuestión económica cuando se vive en pareja o familia. Por un lado, la brecha salarial sigue siendo un problema de peso para poder llegar a un equilibrio en el hogar. A día de hoy, las mujeres siguen ganando casi un 25% menos que los hombres y se estima que, de media, una mujer debería trabajar hasta diez años más que un hombre para ganar lo mismo que estos en un puesto similar.

Para más inri, dos recientes investigaciones han demostrado que para muchos hombres suele ser motivo de malestar ganar menos que su pareja. En una de ellas, liderada por la doctora de la Universidad de Bath (Inglaterra) y economista Joanna Syrdam entre una muestra de 6.000 hombres heterosexuales casados de Estados Unidos, determinó que estos comienzan a estresarse y sentirse incómodos cuando sus parejas aportan más del 40% de los ingresos a la casa compartida, alcanzando el mayor nivel de malestar cuando son ellas las que sustentan de manera principal la economía doméstica de la pareja. "Estos hallazgos sugieren que las normas sociales sobre el tradicional sustento masculino pueden ser perjudiciales para el estado de salud de los hombres", explicaba Syrda en las conclusiones del estudio.

Por su parte, otro estudio de la universidad de Harvard, realizado por Alexandra Killevald, concluyó que a los hombres les sigue gustando ser quienes dominan la situación en materia económica. Entre las conclusiones de esta investigación destaca que las posibilidades de divorcio se elevan hasta un 32% cuando las mujeres ganan más que su pareja o en un 3,3% cuando el hombre no trabaja a jornada completa, mientras que cuando la mujer no trabaja o trabaja a jornada reducida no tiene apenas incidencia.

Así pues, la diferencia de ingresos suele ser un importante reto a afrontar en cualquier pareja para llegar a un equilibrio que les haga sentir cómodos (y no solo en el terreno económico). Los expertos señalan cuatro conflictos típicos que suelen presentarse cuando el desnivel salarial es notable.

El primero de ellos estaría directamente relacionado con la escasez o falta de ingresos lo que podría generar estados de ansiedad, impotencia, insatisfacción y frustración en ambas partes así como provocar escenarios de tensión en la pareja en los que uno de ellos se vuelve más irascible, está más propenso a ver lo peor del otro y a echarle en cara que no aporte dinero o no gane más.

Otro conflicto muy común tiene que ver con el tema principal sobre el que giran los dos estudios anteriormente mencionados. La creencia social heredada, que acaba por convertirse en un lastre, de que al hombre le corresponde ganar más que a su pareja. Cuando esto ocurre, el hombre suele sentirse inseguro e insatisfecho mientras que la mujer puede sentirse tentada a presionarle para que gane más.

Los expertos también consideran que la diferencia salarial puede originar problemas o malestar en la pareja cuando una de las partes tiene una baja autoestima. En este caso, recomiendan tener siempre presente que el dinero no es la única forma o vía de contribuir a una relación. El tiempo, la dedicación, las tareas del día a día o la organización la vida en común pueden ser tan importantes (o más) que el dinero.

Y por último, el desequilibrio en los ingresos también puede originar discusiones cuando los objetivos de futuro de ambos miembros no están en sintonía. Sobre todo cuando una de las partes está más por la labor de ahorrar mientras que la otra prefiere invertir o vivir al día.

¿Hay solución? Los expertos consideran que sí pero que ésta debe amoldarse a cada caso, para lo cual es necesario que la pareja lo hable con detenimiento y de forma racional para llegar a un entendimiento. O dicho con otras palabras: diseñar la forma de gestionar las finanzas de la pareja de forma que ambas partes se sientan lo mejor posible.

Una opción podría ser que cada miembro de la pareja contribuya de manera equitativa con el 50% de su salario. Sin embargo, esto puede convertirse a la larga en un conflicto si, por ejemplo uno gana 2.000 euros y otro 1.000, ya que una de las partes estaría aportando el doble que la otra cada mes.

Otra alternativa, pasaría por repartirse los gastos mensuales de vivienda, comida, facturas luz, gas o internet... por igual, es decir, si estos ascienden, por ejemplo, a 1.200 euros mensuales, que cada uno contribuya con 600 euros. Si embargo, en este caso, el que menos sueldo ingrese verá más tocada su cuenta corriente quedándose con mucho menos efectivo para si (si ganase 1.000 euros solo le quedarían 400 euros disponibles cada mes) o, incluso, verse en un serio problema si pierde sus ingresos de forma temporal. También estaría la opción de que cada uno contribuya a esos gastos mensuales de forma proporcional a lo que gana.

Por ello, teniendo en cuenta que cada pareja es un mundo y las situaciones económicas de cada una de ellas muy diferentes, los especialistas apuestan por llegar a un entendimiento exponiendo la situación del hogar de forma clara y sincera y poniendo en marcha el plan económico que les haga sentir más cómodos. Siempre, además, primando la visión de que lo más importante que cada uno puede aportar a una relación no es el dinero ya que hay otros muchos factores de calidad igual de importantes que éste: como disponer de tiempo para realizar determinadas gestiones y papeleo, organizarse con la recogida de los niños del colegio o llevarles a las extraescolares o bien organizar diferentes tareas del día a día.



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