Cómo identificar la leptospirosis, una infección potencialmente grave que transmiten los perros a las personas #favoryto

La pandemia de coronavirus se ha convertido en el ejemplo de zoonosis por excelencia, aunque está muy lejos de ser la única enfermedad que se transmite entre animales y personas; y, de hecho, también de ser la única con gran potencial epidémico.

¿Qué es la leptospirosis?

La leptospirosis es la infección que provoca la bacteria Leptospira interrogans. Se trata de una enfermedad de amplia distribución, que en muchos lugares supone un importante problema de salud pública.

En su forma epidémica, aparece sobre todo en épocas de lluvias estacionales e inundaciones; en su forma esporádica, se trata principalmente de una enfermedad profesional que afecta a personas que están en contacto frecuente con animales o lugares contaminados; y en su forma endémica, es propia de países de renta baja con higiene pobre.

Su principal reservorio es la rata común (Rattus norvegicus), pero afecta también a un buen número de animales domésticos y silvestres incluyendo los perros (Canis lupus). Se contagia a los humanos a través del contacto directo con orina o tejidos de animales infectados o por contacto con agua o tierra contaminada; e ingresa en el organismo, normalmente, por piel erosionada o por las mucosas expuestas.

¿Cuáles son sus síntomas?

La leptospirosis tiene un período de incubación de entre 7 y 12 días, tras lo cual se manifiesta con síntomas similares a los de un resfriado común (característica que comparte, por ejemplo, con el dengue, la fiebre amarilla o la malaria): fiebre, dolor de cabeza y dolor muscular.

Tras esta fase, se produce un breve periodo sin molestias y a continuación puede progresar a un estadio más grave con signos como irritación conjuntival, rigidez de nuca, insuficiencia renal, ictericia, hemorragias intestinales o pulmonares, arritmia, insuficiencia cardíaca o dificultad para respirar.

En los casos en los que se da este cuadro grave, la enfermedad puede derivar en complicaciones graves como daños renales permanentes o incluso la muerte.

¿Cómo se trata?

Como es común en las infecciones bacterianas, la principal línea de tratamiento frente a la leptospirosis es el uso de antibióticos y, más concretamente, penicilina o tetraciclinas (especialmente la doxicilina). Estos medicamentos suelen administrarse por vía oral.

Aunque la enfermedad suele responder bien a este tratamiento, su cuadro clínico similar al de otras patologías endémicas en las mismas áreas puede complicar el diagnóstico, retrasando el abordaje.

En los casos graves, además, suele ser necesario aplicar medidas de alivio sintomático e incluso soporte vital, como corrección de alteraciones hemodinámicas, del equilibrio hidroelectrolítico o asistencia renal.

Por su potencial epidémico y debido a la escasez de recursos sanitarios en las zonas del mundo en las que es más prevalente, la prevención es una herramienta especialmente importante en la lucha contra la leptospirosis. En este sentido, la vacunación, el uso de medidas sanitarias adecuadas en los trabajadores de riesgo, la concienciación sobre la higiene y un diseño urbanístico que evite las inundaciones y planifique adecuadamente los circuitos de desagüe.